Adolph Freiherr Knigge |
De trasfondo estaba la crisis iniciada hacia 1776 entre los niveles altos masónicos alemanes con la ruptura de la Estricta observancia templaria. Karl Gotthelf von Hund und Altengrotkau había conseguido atraerse a las diferentes logias hacia su mandato mediante este rito más bien apolítico-romántico, que aseguraba ser sucesor de la orden Templaria, disuelta en 1312. Durante muchos años, además había afirmado mantenerse en contacto con "Superiores desconocidos", que le habían iniciado en la francmasonería. Como al fallecer en 1776 ningún tipo de "Superiores secretos" contactara con ellos, había gran confusión en la logia. En la convención masónica de la Estricta observancia, acontecida en Wilhelmsbad entre el 16 de julio y el 1 de septiembre de 1782, Knigge y su segundo representante de los Iluminados, Franz Dietrich von Ditfurth, un ilustrado radical manifiesto, se ganaron el liderazgo de opinión para su orden. El sistema templario fue abandonado, y la orden de la Rosacruz quedó en minoría en su esfuerzo por mantener esa tradición. Ambos iluminados consiguieron incluso, con Johann Christoph Bode, ganarse a un representante principal de la Estricta observancia.
A consecuencia, el número de miembros aumentó rápidamente, sin embargo este éxito suponía a la vez el comienzo del final: Knigge no veía que se honrasen su resultado aumentando la orden y amenazó epistolarmente con delatar sus secretos a los jesuitas y a los rosacrucianos. Con lo que sólo reforzó la desconfianza de Weishaupt, a quien le creaba considerables preocupaciones, que Knigge y a su vez por el diligente Bode hubieran incorporado al príncipe Karl von Hessen-Kassel y a Ferdinand von Braunschweig, así como con el duque Ernst von Sachsen-Gotha y Carl August von Sachsen-Weimar, todos ellos representantes de la autoridad absolutista. Estas sospechas no estaban infundadas, pues Carl August y su consejero privado, Goethe, sólo se habían afiliado para investigar a la Orden.
Como resultado se agudizaron las discrepancias entre Weishaupt y Knigge hasta el punto de que la orden amenazaba con disolverse. En febrero de 1784 se convocó en Weimar para eso un tribunal arbitral llamado "congreso". Para sorpresa de Knigge el juicio del congreso en el que participaron entre otros Goethe, J. G. Herder y Herzog Ernst von Sachsen-Gotha es que debía construrise un nuevo Areópago. Este parecía ser un compromiso tolerable. Pero como era previsible que el fundador de la orden siguiera siendo influyente aún sin presidencia formal en el Areópago, lo que significaba una clara derrota para Knigge. Se acordó el silencio y el retorno de todos los papeles y el primero de julio abandonó Knigge la orden. En el tiempo siguiente se apartó de los "estragos de la moda" de querer arreglar el mundo mediante sociedades secretas. Por su parte Weishaupt le entregó la dirección de la orden a Johann Martin, conde de Stolberg-Roßla.
Karl Theodor |
El dos de marzo de 1785, bajo presión de Peter Frank, canciller barón de Kreitmayer, el barón rosacruciano de Törring y otros cortesanos, se promulgó un edicto adicional, que esta vez prohibía a los Iluminados y a los Francmasones llamándolos por su nombre y considerándolos altos traidores y enemigos de la religión. Mediante registros domiciliarios se confiscaron varios papeles de la orden que aportaron sucesivos indicios sobre la radicalidad de sus propósitos. Documentos encontrados en un mensajero difunto informaron sobre el nombre de un miembro. Ese mismo año el papa Pío VI aclaró en dos cartas al obispo de Freising (18 de julio y 12 de noviembre), que la adhesión a la orden era incompatible con la fe católica.
A consecuencia de las prohibiciones de 1784-1785 se produjeron las persecuciones de miembros. Se llegó a registros domiciliarios y confiscaciones, algunos consejeros y oficiales perdieron el puesto, algunos miembros fueron desterrados, pero nadie resultó encarcelado. El mismo Weishaupt cuyo papel fundador se desconocía al principio, resultó sospechoso, pero sólo huyó cuando tuvo que admitir la fe católica, primero a la ciudad imperial libre Ratisbona y en 1787 otra vez a Gotha, donde Herzog Ernst le proporcionó una consejería áulica sinecura.
En abril de 1785 el conde Stolberg-Roßla declaró la orden oficialmente suspendida, tras aboliciones temporales. Bode aprovechó la coyuntura para conservar la asociación con vida. E intentó resucitarla con ayuda de la Iglesia minerval de Weimar y la Orden de los amigos invisibles, pero debió abandonar en 1790 debido al clima estrictamente antiiluminista de los años revolucionarios. Los investigadores están generalmente de acuerdo, en que la desarticulación de la orden de los Iluminados fue completa.
El 16 de agosto de 1787 se promulgó un tercer y más estricto edicto de prohibición so pena de muerte, del reclutamiento de miembros para Masones e Iluminados. Continúan también en los círculos autoritarios rumores de una supervivencia de los Iluminados.
Estas promulgaciones desataron una primera histeria antiiluminista, especialmente se sospechaba de las agitaciones de las asociaciones secretas ilustradas radicales. Una segunda ola, claramente más enérgica, sucedió durante la Revolución francesa, pues el miedo a los jacobinos se fundió con el anterior a los Iluminados. En este estado anímico el ministro de Estado bávaro Maximilian von Montgelas –quien a su vez había sido iluminado– hizo prohibir todas las organizaciones secretas al llegar al poder en 1799 y otra vez en 1804. Cómo de fuerte era la fascinación pública en los años en torno a la Revolución francesa por las misteriosas e inquietantes sociedades secretas e iniciáticas, se nota por diversas obras literarias de la época, desde Der Geisterseher de Schiller hasta Der Groß-Cophta de Goethe y las inquietantes sociedades de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, pasando por Jean Paul Die unsichtbare Loge (1793).
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