La mayoría de mujeres que llevan a cabo el aprendizaje de Tigresas Blancas, no disponen del tiempo suficiente para trabajar y ganarse la vid...

Las Tigresas Blancas y el Dragón de Jade

La mayoría de mujeres que llevan a cabo el aprendizaje de Tigresas Blancas, no disponen del tiempo suficiente para trabajar y ganarse la vida. Por eso necesitan una especie de "mecenas", un hombre que comparta sus objetivos, las entienda, les marque una disciplina en su vida, y esté dispuesta o mantenerlas, al menos durante sus tres primeros años de prácticas.

Este hombre es el Dragón de Jade, el único autorizado a mantener una relación formal con la Tigresa Blanca, aunque no suelen vivir juntos, y si lo hacen, cada uno duerme en su propia habitación.
Una vez a la semana la Tigresa le pide permiso para dormir con él, y en ese caso, de mutuo acuerdo, practican varias técnicas sexuales, siguiendo reglas muy estrictas.

A diferencia de la Tigresa Blanca, que practica sexo con muchos hombres, el Dragón de Jade le debe una fidelidad implícita. Toda su existencia durante los tres años de formación de la Tigresa gira alrededor de ella y de sus prácticas, de las cuales él también saldrá beneficiado. Pero en ningún momento le impondrá a la Tigresa nada en contra de su voluntad, ni tendrá relaciones sexuales con otras mujeres.
A cambio, la Tigresa le tiene que informar de cada encuentro sexual que vaya a tener con un Dragón Verde y esperar su visto bueno. Su relación se basa en el mutuo acuerdo y la transparencia absoluta de sus actos. Esto es así porque el Dragón de Jade presencia las felaciones que la Tigresa hace a otros hombres. El objetivo de actuar como un voyeur es que el Dragón de Jade se vaya excitando, de forma que producirá cada vez más esperma y evitará caer en la rutina sexual que suele caracterizar a la mayoría de las parejas. Esta complicidad, más que un sinónimo de amor, se establece para conseguir una meta mucho más elevada: progresar juntos en el proceso de restauración de la juventud.



La presencia del Dragón de Jade durante los encuentros de la Tigresa con un Dragón Verde se mantiene secreta en todo momento. El Dragón Verde no puede saber que hay otra persona mirando. Así, la Tigresa se siente protegida para realizar la felación de la manera más relajada posible y podrá compartir después su experiencia con el Dragón de Jade y hablar de ello. Éste está autorizado a tocarse mientras observa escondido a la pareja, pero de ninguna forma puede eyacular.
La relación que se establece entre la Tigresa y el Dragón de Jade es una relación compleja y seria, hasta tal punto que cuando una Tigresa encuentra a un posible candidato a Dragón de Jade, le pide a su maestra un estudio astrológico de ambos para ver si son compatibles.
Después de los tres años de permanencia juntos, se pueden separar o seguir unidos. La decisión dependerá de la Tigresa.

Algunos Dragones Verdes pueden llegar a ser Dragones de Jade.
En general es la Tigresa la que lo propone, después de haber satisfecho todos sus deseos durante los tres años de su formación.
De la misma manera, un Dragón de Jade puede convertirse en maestro de tigresas, aunque lo normal es que sean mujeres que han completado su formación de nueve años. Cuando es así, pasa a llamarse Tigre Blanco, homónimo masculino de la Tigresa Blanca.
Muchas Tigresas Blancas que no disponen de Dragón de Jade trabajan de masajistas para poder vivir.

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