Nacida inicialmente como forma de oposición a la política filo-napoleónica de Joaquín Murat, la Carbonería afilió a seguidores en Francia y ...

Nacida inicialmente como forma de oposición a la política filo-napoleónica de Joaquín Murat, la Carbonería afilió a seguidores en Francia y en España, teniendo como objetivos las libertades políticas y la obtención de una constitución liberal en cada una de las naciones de Europa.
Después de la caída de Murat, la lucha se dirigió contra el rey Fernando I de las Dos Sicilias, que tras ser repuesto en el trono gobernaba como un monarca absoluto, sin responder a las expectativas que los carbonarios habían puesto en una posible moderación del rey exiliado. El número de los carbonarios napolitanos crecía, en respuesta al descontento de la burguesía urbana de artesanos y comerciantes, perjudicados por la política borbónica, favorable a los grandes terratenientes.

La Carboneria se difundió también por el norte de Italia, sobre todo en Lombardía y Emilia-Romagna, gracias al esfuerzo de Filippo Buonarroti (que aunque no era carbonario, se identificó con el movimiento). Tras el Congreso de Viena de 1815 el movimiento asumió también un carácter patriótico y marcadamente anti-austriaco.

Los dirigentes de la Carboneria comenzaron a optar por acciones violentas con estrategias de tipo guerrillero. En cambio, su posicionamiento ideológico permaneció ambiguo: se declaraban a favor de la independencia y unificación italiana, pero sin concretar lo más mínimo la forma de gobierno que debería tener una Italia libre. Tal indefinición política de la Carboneria, que tuvo la virtud de permitir la unión de elementos de tanto de la destra (derecha política) como de la sinistra (izquierda política) o del centro (centro político); se superó cuando, después de una larga serie de derrotas militares, la reflexión política de los carbonarios se centró en el problema de la libertad con una perspectiva más amplia.



La Carbonería pasó por primera vez de las palabras a los hechos en 1820 en Nápoles, organizando revueltas de carácter anti-absolutista y liberal-constitucional que se inspiraban en la sublevación de Rafael del Riego en España el primero de enero del mismo año (el pronunciamiento militar de Cabezas de San Juan, que restableció la vigencia de la Constitución de Cádiz y dio inicio al Trienio Liberal). Los oficiales Michele Morelli y Giuseppe Silvati (a los que se adhirieron generales pro-Murat, como Guglielmo Pepe) el primero de julio marcharon de Nola hacia Nápoles a la cabeza de sus regimientos de caballería. Atemorizado por la protesta, el rey Fernando I aceptó conceder una nueva carta magna y la adopción de un parlamento.

La victoria de la revolución napolitana, aunque parcial, ilusoria y aparente, causó mucha esperanza en la península. Los carbonarios piamonteses, guiados por Santorre de Santarosa, marcharon sobre Turín, capital del Reino de Cerdeña, y el 12 de marzo de 1821 obtuvieron la concesión de una constitución liberal.

Sin embargo la Santa Alianza no toleró semejante desafío al absolutismo y a partir de febrero de 1821 envió un ejército al sur que derrotó a los insurrectos napolitanos, numéricamente inferiores y mal equipados. También en Piamonte el rey Carlos Alberto de Saboya, indeciso, cedió a las presiones de su hermano Carlos Félix y pidió la intervención militar de Austria: el 8 de abril el ejército de los Habsburgo derrotó a los revoltosos. En cuestión de meses los movimientos de 1820 y 1821, desencadenados casi totalmente dentro de la Carbonería, podían declararse fracasados.

Entre los principales dirigentes de la Carboneria, Morelli y Silvani fueron condenados a muerte; Pepe fue condenado al exilio; Confalonieri, Pellico y Maroncelli fueron encarcelados.



Derrotados pero no aniquilados, los carbonarios participaron en 1830 en las jornadas revolucionarias de julio en París que entronizaron al rey liberal Luis Felipe I de Francia. Entusiasmados por la victoriosa sublevación parisina, también los carbonarios italianos tomaron las armas contra algunos estados centro-septentrionales, y en particular contra los Estados Pontificios y Módena.

En la capital emiliana Ciro Menotti fue el que tomó la iniciativa, intentado encontrar el soporte político para el duque Francisco IV de Módena, que fingió responder positivamente a cambio de la concesión del título de Rey de la Alta Italia. Sin embargo, el día anterior a la fecha marcada para la sublevación, el duque hizo arrestar a Menotti, y posteriormente, por sugerencia del estadista austriaco Klemens von Metternich, lo condenó a muerte, al igual que a otros aliados.

En los Estado Pontificios la revuelta comenzó en febrero de 1831. En las ciudades de Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma estallaron sublevaciones populares lideradas por los carbonarios, que establecieron un gobierno provisional bajo la bandera tricolor que simbolizaba la unidad de Italia. Un cuerpo de milicia voluntario, que habría tenido el objetivo de marchar sobre Roma, fue masacrado por las tropas austriacas llamadas por el Papa Gregorio XVI, que repusieron su autoridad en estos territorios.

Esta derrota hizo entender a muchos carbonarios que militarmente, sobre todo solos, no podían imponerse contra Austria, una de las grandes potencias del viejo continente. Giuseppe Mazzini fundó una nueva sociedad secreta llamada Giovine Italia ("Joven Italia") en la que pasaron a militar muchos ex adherentes de la Carboneria. La antigua institución, ya casi sin defensores, cesó prácticamente de tener actividad, aunque mantuvo su existencia hasta 1848.